"Hasta este punto llegue".
Así se levantaba, Luis, Luisito ese domingo a eso de las dieciocho horas. Había dormido en el sillón del living de su departamento de dos ambientes, decorado con varios cuadros a medio terminar. Delante de él había un televisor, rodeado de películas desordenadas y una medita baja que demostraba que la anterior hubo gente bebiendo. Varios botellas vacías por todos lados. Vasos y copas, algunas con manchas de vino tinto y restos de cerveza. Luís se levanta mareado e invadido por esa extraña sensacion que produce el domingo a la tarde. Se sienta y mira a su alrededor. El reloj marca la proximidad de la hora diecinueve y, esa quietud típica de domingo arma el ambiente. Se reincorpora con un leve dolor de cabeza, toma un envase de cerveza abierto y empieza a tomar. Su mirada se llena de esa melancolía, tristeza y vació que deja una borrachera de sábado a la noche. Como puede, camina. va hacia la cocina, comienza a guardar unos vasos y vuelve con un palo y trapo para el piso. Sin embargo, al instante se da cuenta de que esta agotado o que simplemente no tiene ganas de ello.
Se vuelve a sentar, se agarra la cabeza, toma más cerveza, llora. Ve que dentro del cenicero, hay un cigarrillo o un porro apagado y lo enciende. Allí se queda un rato fumando, desconcertado. Cuando descubre en el piso de su living, una caja de pizza vacía. La abre, y toma de ella un cuchillo con restos de muzarella. Mantiene el cuchillo en su mano, y su mirada pasa de el a las venas d su brazo derecho, la idea que cortarse queda unos instantes en su cabeza, pero finalmente desiste y vuelve a poner el cuchillo en la caja.
Va a su habitación, y saca de arriba de un gran placar de madera, un bolso grande y marrón. En su cuarto no hay rastros de la noche anterior, como si ese espacio hubiese sido ajeno al descontrol de los invitados. Comienza a guardar en el bolso, algo de ropa, películas, cds. Se conecta con cada una de las cosas que toma, como si cada una de ellas lo trasportara a un lugar especial. Mira todo y llora, como si no fuese a volver por un largo tiempo.
Vuelve al living, se apoya sobre la mesa, toma una lapicera y papel y escribe: "te escribo para contarte lo difícil de este momento, hoy. No me hallo, no tengo idea de donde estoy. ¿Soy un artista? ¿Quien carajo soy?. Decidí irme de acá, aunque no se bien a donde. Siempre me gusto el mar, asique supongo que estaré en un lugar en un lugar tranquilo cerca del mar. Esos pueblos despoblados con los que siempre soñe. Tener una vieja bicicleta y recorrerlo todas las mañanas. No se, no quiero que esto parezca que estoy huyendo porque no es así. Me voy a tratar de encontrarme. Volveré. Te amo."
Deja la carta doblada sobre la mesa, y ve una foto colgada en la pared de cuando era chico. La agarra, llora de melancolía. Vuelve a tomar algo de cerveza caliente, se sienta y llora aun más. Invadido por la impotencia y en un desgarrado acto de furia, agarra uno de los vasos que había sobre la mesita ratona y lo estrella contra la pared. Luis se cae al piso, y se queda ahí tirado por un momento. Desvalido, llora aun más.
Luego se reincorpora, va hacia la habitación y busca el bolso. Cierra cada una de las ventanas. Se abriga, porque el frió afuera es crudo, y sale a la calle dispuesto a irse. La calle esta desolada, es capital. Nadie, se siente esa soledad trágica de las tardes de domingo. El reloj marca las diecinueve y minutos. Va hasta su auto desvencijado, pone el bolso en el baúl, se sube y mira todo indeciso. Ve la hora. Una iglesia. Se baja y vuelve a tomar el bolso en sus manos.
Entra nuevamente a su departamento, y se queda inmóvil observando todo tal cual lo había dejado hacia algunos segundos. Deja el bolso en el suelo, toma la carta y se mete en el baño. Frente al espejo se mira, se busca. Y una risa comienza a brotar de su interior, es casi inevitable, reírse de si mismo. Suena el teléfono.
-Ey boludo! ¿que haces? ¿vamos a comer a lo de Eugenio?
-Dale dale, me baño y voy.
Corta el teléfono. Se sienta en la cama, y mira la carta que aun sostiene en su mano. Se ríe aún más fuerte. Y se siente bien.
(c) Bruno Tignanelli, marzo 2010, Buenos Aires, Argentina.
domingo, 21 de marzo de 2010
jueves, 18 de marzo de 2010
Solos y drogas
Cuando Matías se habia dispuesto a dormir aquella noche, luego de cepillarse los dientes y aplicarse en la cara una crema, como parte de un tratamiento.
Matías, un chico de apenas veintiun años, que llego a Buenos Aires desde Catamarca a estudiar ingenieria en sistemas hace tres años atras. En sus ultimos meses, asumio ser homosexual y empezo a descubrir esta nueva estapa, pasando por catorce relaciones sexuales ocacionas sin animos de compromiso alguno. Hasta que esa madrugada de martes, las cosas cambiaron para él, y su perspectiva de un compromiso fue diferente. Casi sin pensar y automatico alentó una situcion, fuera de lo común.
Eran las dos y, el clima ya era adecuado para adentrarse en sueño. Pasados apenas tres minutos que el velador de Matías dejaba de iluminar la habitación, y ya no se podia ver la pila de ropa arrugada y revuelta sobre la cama contigua, que su hemano usá esporadicamente para dormir cuando esta en el país. En ese momento, el celular que estaba en la mesita de noche, vibró. el departamento de tres ambientes en el microcentro porteño, que comparte con su hermana Eugenia, que ahora se encontraba de viaje por el norte argentino, estaba vacio y en silencio. La vibración sobre el vidro que cubre la mesa, resonó por todo el espacio. "¿Estas despierto?", se podia leer en la pantalla azul. Estó puso en alerta al dueño de casa, que no tardo en afirmar que se encontraba despierto. Y allí comenzo una seguidilla de mensajes de texto, en uno de los cuales Matías contó que estaba solo y por dormirse. El otro, un chico de diecisiete años que vivia en Lanus, delgado y dueño de una simpatia capaz de enamorar al instante.
Alrededor de 15 días atrás, estos dos chicos habian empezado a chatear. Despues de un intercambio de fotos, las intenciones de conocerce se pusieron al descubeirto. Matías qudo obnubilado antes la belleza del más joven, el más joven tuvo una idea que pecaba de picara. Amante de la marihuana, le expreso su deseo de hacer el amor bajo esos efectos, que dscribió como sagrados. Matías, no muy convecido pero tentado antes semejante proposicion, aceptó.
A las dos cincuenta de la madrugada, la esquina de Viamonte y Reconquista estaba lejos de tener el habitual transito multitudinaro de cada tarde, tal vez uno podia distingir alguna que otra silueta a lo lejos o el ruido de unos pocos autos que pasaban por Alem. Desde una de las esquinas, con capucha gris sobre su cabeza, jens azul gastado y paso lento, aparecio este joven. Flaco, muy flaco, de razgos delicados y una sonrisa picara y cautivante. Matias salio a su encuentro. Beso en la mejilla, sonrisas y una pequeña caminata de media cuadra desolada y fria, que separaba a los chicos de la puerta del edificio.
Una vez adentro, el dueño de casa cuidadosamente le quito la capucha y emocionado dijo:
-Sos mucho mas lindo en persona, no peudo creer que despues de tantas horas de chat estes aca.
El chico se limito a sonreir, y cada vez que lo hacia cautivava aun más al dueño de la casa, que insitio en que se pusiera comodo, que disponian de la casa para los dos solos. Matias le ofreció algo para tomar, pero el más chico ya tenia algo en mente, y puso sobre las revistas de moda de la hermana que estaban en la la mesa ratona del living, cinco porros. Tal como había prometido en internet.
-Creo que esto va a mejorar las cosas. -Dijo suave el chico.
Matías bajo la tonalidad de las luces, prendio una vela de vainilla que habia sobre la mesa y creo el ambiente adecuado para que dos personas se enamoren. Fue y volvio de la cocina con una copa de vino y un encendedor, antes puso algo de musica instrumental. Ambos bebieron algunos sorbos de vino, y el más joven prendio el primer faso. Entre las primeras pitadas, le enseñó al dueño del departamento como mantener el humo en sus pulmones la mayor cantidad de tiempo posible, mientras le acariciaba el antebrazo. Última pitada al porro, y estos dos jovenes, como quien concreta algo que esperó hace mcuho, se fundieron en un beso apasaionado. No tardaron siqueira un minuto, en condimentar la situcion con las manos en el cuerpo del otro con suaves caricias. Besos con suma ternura en el cuello, los hombros y hasta en la punta de la nariz. Las dos bocas danzaban y se entendía a la perfección. Dos remeras sobre la alfombra roja que cubria el suelo, y los torsos descubiertos se frotaban con ansia.
El más chico detuvo la situación, y propuso continuar en la habitación y arrancar allí el segundo porro. Por un instante Matías dudo en continua fumando, dado que ya experimentaba una sensación desconocida que no sabia si podría controlar. Sin embargo, cedío ante la insistencia del joven risueño.
Recostados sobre la cama, en la que Matías apenas una hora atras iba a conciliar el sueño, prendieron el segundo cigarrillo.
-Ahora si!, mantene el humo en humo en los pulmones lo más que puedas, y vas a ver que bueno esta. -Imperiosamente acnsejaba el más joven, que a su vez le recordaba al dueño de casa dejar a mano los preservativos.
Última pitada del porro número dos, que casi sin darse cuenta, o cegado por la belleza de su conquista, Matías habias fumado practicamente el solo, que ya sentia dejar de ser dueño de sus movimientos y reia de casi todo lo que veia. Mientras tanto su invitado le robaba alguno que otro beso. Y una vez mas, impulsados por la pasión y las hormonas de su juvetud, empezaron a besarse. Los pantalones de ambos fueron a parar a pila de ropa que habia en la cama de al lado.
Los boxers dejaban ver dos erecciones notables. No dejaron parte alguna del cuerpo del otro sin reorrer y acariciar, incluso ambas lenguas recorrieron los cuerpos desnudos que, sin siquiera notarlo se habian trasladado a la habitacion de al lado. Y nuevamente, el más joven detuvo la pasión.
Salio del cuarto, y volvio con un tercer porro encendido en su boca al que le dio una pequeña pitada. Sonrio con ternura, y el paso el cigarro a Matías. Recostado sobre la falda de su invitado, fumba y fumaba.
El más chico, lo dejo recostado sobre la amplia cama de dos plazas de la hermana de sabanas blancas y, lo siguió insitando a terminar el cigarrillo, mientras buscaba su ropa. Ya con su ropa puesta le pidió al dueño de la casa, que poco entendia, que bajasen a un kiosko para comprar algunos chocolates. Matías, deseperadamente queria hacer el amor desbordado de exitación. Pero el más joven, insistió que la noche tenia muchas horas y si iban más lento lo difrutarías aun más. Como pudo, el dueño de casa, busco algo de ropa en la pila que habia sobre la cama que eventualmente su hermano usaba, y el otro escribia en su celular.
Bajaron el unico piso que los dividia de la puerta de salida a la calle, y despacio atravezaron el pasillo que los separaba. Matías, en su estado, sin poner atención alguna a lo que afuera sucedia, abrió enorme puerta de vidrio, y dos jovenes de más de veinticinco años cada uno entraron con brusquedad. Guiados por el unico invitado alli presente, entraron al departamentode tres ambientes que hacia escasos minutos habia sido guarida de una pasión. Uno de ellos, habia traido arrastrando casi sin dificultad al dueño de casa, que ató y amordazó en una de las sillas de la cocina.
En quince minutos o menos, cargaron en un viejo Sedan azul grisaceo en estado decadente , todo aquello de valor que a su paso encontraron en el departamento. El más joven, entro en la cocina, tomo las llaves de la mano de Matías, volvio a besarlo una vez más y salio.
(c), Bruno Tignanelli, Buenos Aires, Argentina 2010
Matías, un chico de apenas veintiun años, que llego a Buenos Aires desde Catamarca a estudiar ingenieria en sistemas hace tres años atras. En sus ultimos meses, asumio ser homosexual y empezo a descubrir esta nueva estapa, pasando por catorce relaciones sexuales ocacionas sin animos de compromiso alguno. Hasta que esa madrugada de martes, las cosas cambiaron para él, y su perspectiva de un compromiso fue diferente. Casi sin pensar y automatico alentó una situcion, fuera de lo común.
Eran las dos y, el clima ya era adecuado para adentrarse en sueño. Pasados apenas tres minutos que el velador de Matías dejaba de iluminar la habitación, y ya no se podia ver la pila de ropa arrugada y revuelta sobre la cama contigua, que su hemano usá esporadicamente para dormir cuando esta en el país. En ese momento, el celular que estaba en la mesita de noche, vibró. el departamento de tres ambientes en el microcentro porteño, que comparte con su hermana Eugenia, que ahora se encontraba de viaje por el norte argentino, estaba vacio y en silencio. La vibración sobre el vidro que cubre la mesa, resonó por todo el espacio. "¿Estas despierto?", se podia leer en la pantalla azul. Estó puso en alerta al dueño de casa, que no tardo en afirmar que se encontraba despierto. Y allí comenzo una seguidilla de mensajes de texto, en uno de los cuales Matías contó que estaba solo y por dormirse. El otro, un chico de diecisiete años que vivia en Lanus, delgado y dueño de una simpatia capaz de enamorar al instante.
Alrededor de 15 días atrás, estos dos chicos habian empezado a chatear. Despues de un intercambio de fotos, las intenciones de conocerce se pusieron al descubeirto. Matías qudo obnubilado antes la belleza del más joven, el más joven tuvo una idea que pecaba de picara. Amante de la marihuana, le expreso su deseo de hacer el amor bajo esos efectos, que dscribió como sagrados. Matías, no muy convecido pero tentado antes semejante proposicion, aceptó.
A las dos cincuenta de la madrugada, la esquina de Viamonte y Reconquista estaba lejos de tener el habitual transito multitudinaro de cada tarde, tal vez uno podia distingir alguna que otra silueta a lo lejos o el ruido de unos pocos autos que pasaban por Alem. Desde una de las esquinas, con capucha gris sobre su cabeza, jens azul gastado y paso lento, aparecio este joven. Flaco, muy flaco, de razgos delicados y una sonrisa picara y cautivante. Matias salio a su encuentro. Beso en la mejilla, sonrisas y una pequeña caminata de media cuadra desolada y fria, que separaba a los chicos de la puerta del edificio.
Una vez adentro, el dueño de casa cuidadosamente le quito la capucha y emocionado dijo:
-Sos mucho mas lindo en persona, no peudo creer que despues de tantas horas de chat estes aca.
El chico se limito a sonreir, y cada vez que lo hacia cautivava aun más al dueño de la casa, que insitio en que se pusiera comodo, que disponian de la casa para los dos solos. Matias le ofreció algo para tomar, pero el más chico ya tenia algo en mente, y puso sobre las revistas de moda de la hermana que estaban en la la mesa ratona del living, cinco porros. Tal como había prometido en internet.
-Creo que esto va a mejorar las cosas. -Dijo suave el chico.
Matías bajo la tonalidad de las luces, prendio una vela de vainilla que habia sobre la mesa y creo el ambiente adecuado para que dos personas se enamoren. Fue y volvio de la cocina con una copa de vino y un encendedor, antes puso algo de musica instrumental. Ambos bebieron algunos sorbos de vino, y el más joven prendio el primer faso. Entre las primeras pitadas, le enseñó al dueño del departamento como mantener el humo en sus pulmones la mayor cantidad de tiempo posible, mientras le acariciaba el antebrazo. Última pitada al porro, y estos dos jovenes, como quien concreta algo que esperó hace mcuho, se fundieron en un beso apasaionado. No tardaron siqueira un minuto, en condimentar la situcion con las manos en el cuerpo del otro con suaves caricias. Besos con suma ternura en el cuello, los hombros y hasta en la punta de la nariz. Las dos bocas danzaban y se entendía a la perfección. Dos remeras sobre la alfombra roja que cubria el suelo, y los torsos descubiertos se frotaban con ansia.
El más chico detuvo la situación, y propuso continuar en la habitación y arrancar allí el segundo porro. Por un instante Matías dudo en continua fumando, dado que ya experimentaba una sensación desconocida que no sabia si podría controlar. Sin embargo, cedío ante la insistencia del joven risueño.
Recostados sobre la cama, en la que Matías apenas una hora atras iba a conciliar el sueño, prendieron el segundo cigarrillo.
-Ahora si!, mantene el humo en humo en los pulmones lo más que puedas, y vas a ver que bueno esta. -Imperiosamente acnsejaba el más joven, que a su vez le recordaba al dueño de casa dejar a mano los preservativos.
Última pitada del porro número dos, que casi sin darse cuenta, o cegado por la belleza de su conquista, Matías habias fumado practicamente el solo, que ya sentia dejar de ser dueño de sus movimientos y reia de casi todo lo que veia. Mientras tanto su invitado le robaba alguno que otro beso. Y una vez mas, impulsados por la pasión y las hormonas de su juvetud, empezaron a besarse. Los pantalones de ambos fueron a parar a pila de ropa que habia en la cama de al lado.
Los boxers dejaban ver dos erecciones notables. No dejaron parte alguna del cuerpo del otro sin reorrer y acariciar, incluso ambas lenguas recorrieron los cuerpos desnudos que, sin siquiera notarlo se habian trasladado a la habitacion de al lado. Y nuevamente, el más joven detuvo la pasión.
Salio del cuarto, y volvio con un tercer porro encendido en su boca al que le dio una pequeña pitada. Sonrio con ternura, y el paso el cigarro a Matías. Recostado sobre la falda de su invitado, fumba y fumaba.
El más chico, lo dejo recostado sobre la amplia cama de dos plazas de la hermana de sabanas blancas y, lo siguió insitando a terminar el cigarrillo, mientras buscaba su ropa. Ya con su ropa puesta le pidió al dueño de la casa, que poco entendia, que bajasen a un kiosko para comprar algunos chocolates. Matías, deseperadamente queria hacer el amor desbordado de exitación. Pero el más joven, insistió que la noche tenia muchas horas y si iban más lento lo difrutarías aun más. Como pudo, el dueño de casa, busco algo de ropa en la pila que habia sobre la cama que eventualmente su hermano usaba, y el otro escribia en su celular.
Bajaron el unico piso que los dividia de la puerta de salida a la calle, y despacio atravezaron el pasillo que los separaba. Matías, en su estado, sin poner atención alguna a lo que afuera sucedia, abrió enorme puerta de vidrio, y dos jovenes de más de veinticinco años cada uno entraron con brusquedad. Guiados por el unico invitado alli presente, entraron al departamentode tres ambientes que hacia escasos minutos habia sido guarida de una pasión. Uno de ellos, habia traido arrastrando casi sin dificultad al dueño de casa, que ató y amordazó en una de las sillas de la cocina.
En quince minutos o menos, cargaron en un viejo Sedan azul grisaceo en estado decadente , todo aquello de valor que a su paso encontraron en el departamento. El más joven, entro en la cocina, tomo las llaves de la mano de Matías, volvio a besarlo una vez más y salio.
(c), Bruno Tignanelli, Buenos Aires, Argentina 2010
miércoles, 17 de marzo de 2010
La puerta del placard
Y se encontraron en una esquina porteña, desolada a la madrugada.
Uno rubio de ojos verdes, un cuerpo trabajado durante horas y años en el gimnasio, el otro mas delgado y asustado, morocho de rasgos aniñados. Hermoso los dos. Luego de semanas de chat y fotos... y porqué no alguna vez una masturbación mutua delante de la webcam. El encuentro era inevitable, pero su desenlace podría salír del mejor libreto de ficción dramática que jamas hubiéremos imaginado.
Cuando se vieron estaban aquella madrugada en el barrio de Caballito -precisamente en primera junta- estaban nerviosos e indecisos. Ni un alma sobre volaba la Avenida Rivadavia, solo estos dos hermosos chicos de veinte y veintidos años que planeaban un encuentro sexual.
Luego de las cortesías de costumbre, subieron al departamento de Lucio; dos ambientes estratégicamente organizados. Dos vasos de coca cola con bastante hielo, y la charla entre ambos empezaba de a poco a fluir. Primeras veces, antiguos encuentros, salidas, amigos, carreras, los temas de rigor para romper el hielo. El dueño de casa aspirante a arquitecto en la univesidad de Buenos Aires, el otro, el morocho mas flaco trabajaba en un call center vendiendo productos en el mercado español y estaba a punto de abandonar sus estudios en analista de sistemas.
Lucio, el rubio de abdominales casi perfectos, que tenia una mirada intrigante en sus razgados ojos verdes. Aceleró el encuentro carnal cuando, en un subito impulso, acerco la boca a la de su invitado. No tardaron mas de 10 minutos en friccionar sus cuerpos y quedar erectos los dos...
Las manos de ambos rozaban cada una de las partes del cuerpo que tenían apretado contra el suyo, especiealmente en los sexos. Aquella noche explotaban las hormonas. El sudor comenzó a recorrerlos, y la ropa pedia a gritos que al dejasen caer al suelo... Los tres primeros botones de la camisa de lucio se desprendieron. La lengua de su invitado empezó a dibujarle los pezones ya endurecidos por la exiatcion. En ese momento...
como invadido por una extraña sensación de culpabilidad y desprecio, Lucio le pidió a su ultima conquista que por favor se retirara de la casa, y que se fuera por la puerta de su habitación así los vecinos, a la mañana siguiente no tendrían comentario alguno que hace al respecto. El chico desconcertado. Sin embargo cumplio la orden. Se dirigió a la habitación pero allí no encontró mas que un placard, una pequeña ventana, la cama desecha y una mesita de luz.
-Acá no hay una puerta por donde pueda irme.
-¿Como que no? ¿y la del placard? Andate por ahí. -Le ordenó imperiosamente señalando la puerta del placard.
Estaba obligandolo a que se fuera por la misma puerta del lugar donde él colgaba sus camisas. Ante el desconcierto y la negativa del chico, Lucio comenzó a perder la paciencia. Con cada vez mas ímpetud empujaba al chico a salir por ese lugar por el que ningun ser racional usaría para salir de un departamento.
Evidentemente alterado, y sin esa cara de ángel de ojos tiernos que mostraba hacia solamente unos minutos , saco un revólver y, apuntando hizo retroceder al chico hasta meterlo en el placard, como si estuviese convencido de que podria marcharse por allí. Las negativas y los intentos por hacerlo "entrar en razón" fueron en vano. De pornto, lo miró fijamente y disparó. Una bala se introdujo en la pierna derecha del chico que, completamente invadido por el miedo, abrió la puerta del viejo placard y se acomodó allí dentro, entre unas camisas arrugadas y una valija negra.
Veinte minutos más tarde, Lucio entró con una taza de té negro en la mano. Abrió la puerta de su placard y comprobó que su ultima conquista continuaba allí, sosteniendo su pierna empapada en sangre Una vez más, empuño la pistola y le apunto.
-¿Todavia seguís acá?"
Y, sin darle tiempo a responder, gatilló tres disparos certeros. la sangre enrojeció el piso. El chico quedó allí, mirandolo, con los ojos de vidrio.
Lucio, dejo su taza de té en la mesa de luz y, recuperando la belleza que tenia antes del incidente, anotó en un cuaderno azul el numero "16".
(c), Bruno Tignanelli, Buenos Aires, Argentina, 2010
Uno rubio de ojos verdes, un cuerpo trabajado durante horas y años en el gimnasio, el otro mas delgado y asustado, morocho de rasgos aniñados. Hermoso los dos. Luego de semanas de chat y fotos... y porqué no alguna vez una masturbación mutua delante de la webcam. El encuentro era inevitable, pero su desenlace podría salír del mejor libreto de ficción dramática que jamas hubiéremos imaginado.
Cuando se vieron estaban aquella madrugada en el barrio de Caballito -precisamente en primera junta- estaban nerviosos e indecisos. Ni un alma sobre volaba la Avenida Rivadavia, solo estos dos hermosos chicos de veinte y veintidos años que planeaban un encuentro sexual.
Luego de las cortesías de costumbre, subieron al departamento de Lucio; dos ambientes estratégicamente organizados. Dos vasos de coca cola con bastante hielo, y la charla entre ambos empezaba de a poco a fluir. Primeras veces, antiguos encuentros, salidas, amigos, carreras, los temas de rigor para romper el hielo. El dueño de casa aspirante a arquitecto en la univesidad de Buenos Aires, el otro, el morocho mas flaco trabajaba en un call center vendiendo productos en el mercado español y estaba a punto de abandonar sus estudios en analista de sistemas.
Lucio, el rubio de abdominales casi perfectos, que tenia una mirada intrigante en sus razgados ojos verdes. Aceleró el encuentro carnal cuando, en un subito impulso, acerco la boca a la de su invitado. No tardaron mas de 10 minutos en friccionar sus cuerpos y quedar erectos los dos...
Las manos de ambos rozaban cada una de las partes del cuerpo que tenían apretado contra el suyo, especiealmente en los sexos. Aquella noche explotaban las hormonas. El sudor comenzó a recorrerlos, y la ropa pedia a gritos que al dejasen caer al suelo... Los tres primeros botones de la camisa de lucio se desprendieron. La lengua de su invitado empezó a dibujarle los pezones ya endurecidos por la exiatcion. En ese momento...
como invadido por una extraña sensación de culpabilidad y desprecio, Lucio le pidió a su ultima conquista que por favor se retirara de la casa, y que se fuera por la puerta de su habitación así los vecinos, a la mañana siguiente no tendrían comentario alguno que hace al respecto. El chico desconcertado. Sin embargo cumplio la orden. Se dirigió a la habitación pero allí no encontró mas que un placard, una pequeña ventana, la cama desecha y una mesita de luz.
-Acá no hay una puerta por donde pueda irme.
-¿Como que no? ¿y la del placard? Andate por ahí. -Le ordenó imperiosamente señalando la puerta del placard.
Estaba obligandolo a que se fuera por la misma puerta del lugar donde él colgaba sus camisas. Ante el desconcierto y la negativa del chico, Lucio comenzó a perder la paciencia. Con cada vez mas ímpetud empujaba al chico a salir por ese lugar por el que ningun ser racional usaría para salir de un departamento.
Evidentemente alterado, y sin esa cara de ángel de ojos tiernos que mostraba hacia solamente unos minutos , saco un revólver y, apuntando hizo retroceder al chico hasta meterlo en el placard, como si estuviese convencido de que podria marcharse por allí. Las negativas y los intentos por hacerlo "entrar en razón" fueron en vano. De pornto, lo miró fijamente y disparó. Una bala se introdujo en la pierna derecha del chico que, completamente invadido por el miedo, abrió la puerta del viejo placard y se acomodó allí dentro, entre unas camisas arrugadas y una valija negra.
Veinte minutos más tarde, Lucio entró con una taza de té negro en la mano. Abrió la puerta de su placard y comprobó que su ultima conquista continuaba allí, sosteniendo su pierna empapada en sangre Una vez más, empuño la pistola y le apunto.
-¿Todavia seguís acá?"
Y, sin darle tiempo a responder, gatilló tres disparos certeros. la sangre enrojeció el piso. El chico quedó allí, mirandolo, con los ojos de vidrio.
Lucio, dejo su taza de té en la mesa de luz y, recuperando la belleza que tenia antes del incidente, anotó en un cuaderno azul el numero "16".
(c), Bruno Tignanelli, Buenos Aires, Argentina, 2010
viernes, 12 de marzo de 2010
Buen inicio!
Mi blog, mi propio blog. Considero que seria inapropiado, no empezar estas hojas blancas dando la pauta de lo que será, auqneu pensandolo mejor, no se que será de esto.
Aca estoy, soy Bruno, y voy a rellenar este espacio con las cosas que se decir, y creo que me se quejar, es una de las razones por las que empecé a estudiar periodismo. Denunciar cada una de las cosas que no anden bien en el mundo, va a ser como mi diario independendiente.
Además, soy hiper sencible, o al menos lo dice mi psicologa, asique relataré ancdotas junto a amigos, cosas que em pasen en la calle todos los días, proque no alguna historia con contenido sexual.
En fin espero tener mcuho que decir, pero antes de dar pro iniciado mi espacio. Gracias Lukas, que aunque no se quein sos, te convertiste en el responsable de este espacio mmm digamos creativo.
Saludos y buen comienzo para mi.
(El temita del ego lo disutimos en otra secion)
Brunito
Aca estoy, soy Bruno, y voy a rellenar este espacio con las cosas que se decir, y creo que me se quejar, es una de las razones por las que empecé a estudiar periodismo. Denunciar cada una de las cosas que no anden bien en el mundo, va a ser como mi diario independendiente.
Además, soy hiper sencible, o al menos lo dice mi psicologa, asique relataré ancdotas junto a amigos, cosas que em pasen en la calle todos los días, proque no alguna historia con contenido sexual.
En fin espero tener mcuho que decir, pero antes de dar pro iniciado mi espacio. Gracias Lukas, que aunque no se quein sos, te convertiste en el responsable de este espacio mmm digamos creativo.
Saludos y buen comienzo para mi.
(El temita del ego lo disutimos en otra secion)
Brunito
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